Ascenso del imperio franco

Con el ascenso del imperio franco dejó de notarse la importancia del Mediterráneo. Desde mediados del siglo VIII se observó el declive del comercio marsellés, a medida que los musulmanes se apoderaban completamente del Mediterráneo. Finalmente, el puerto de Marsella quedó abandonado. La vitalidad económica que mantenía las regiones del interior cesó definitivamente. El imperio de los francos fue esencialmente continental. No se comunicó con el exterior, fue un Estado cerrado, sin salidas, que vivió en una situación de aislamiento muy pronunciada.

Esta situación cambió el sentimiento religioso, la política, la literatura, las instituciones, la lengua y hasta la escritura. La civilización del siglo IX marcó una ruptura muy clara con la civilización anterior. El imperio bizantino se volvió ajeno al nuevo Imperio de Occidente. La influencia germánica comenzó a dominar desde el momento en que, detenida la expansión inicial hacia el sur, se extendió ampliamente por Europa septentrional.

Los musulmanes, por su parte, afianzaron cada vez más su dominio en el mar. En el siglo IX tomaron Córcega, Cerdeña y Sicilia. Sus flotas transportaban hacia El Cairo productos de Occidente o flotas piratas, que arrasaban las costas de Provenza (Francia) e Italia y capturaban a sus habitantes para venderlos como esclavos. Tal situación fue incompatible con la existencia de un comercio importante. La actividad comercial se desplazó hacia el Norte y disminuyó notablemente. Prácticamente los únicos comerciantes que quedaron fueron los judíos. Ellos conseguían en España (o en Venecia) las especias y los paños con los que negociaban. Sin embargo, su actividad fue decayendo durante el siglo IX.