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De la idea al proyecto social Tres fuentes nutren el contenido del libro: las ideas filosóficas y políticas del autor, su inventiva e imaginación literaria, y las vagas noticias que llegaban a través de los relatos de Américo Vespucio acerca del continente recién descubierto, América, ese “valiente mundo nuevo, que tiene semejante gente en él”, como lo calificó William Shakespeare. Utopía se encuentra justamente en América, y fue en este continente donde se hicieron realidad las ideas de Moro. El año en que éste era ejecutado, Vasco de Quiroga, un franciscano español llegaba a tierras americanas. Al poco tiempo, en el territorio del actual estado de Michoacán, fundaría comunidades basadas en los principios del sistema utópico. Así, durante algunas décadas, en los alrededores del lago de Pátzcuaro, los bienes eran compartidos y se distribuían conforme a las necesidades de cada quien; la propiedad privada se intentó abolir; se instauró una jornada de trabajo de seis horas; las mujeres se incorporaron al mundo laboral; se intentó vivir conforme a las enseñanzas dictadas por los Evangelios y se abandonaron los lujos y los oficios no útiles al bien común. Las acciones de Tata Vasco —como lo llamaban cariñosamente los indígenas de la región— estaban fundadas en la lectura del libro de Moro, de quien el fraile decía no entender cómo, sin haber pisado nunca el Nuevo Mundo “lo pone, pinta y describe en tanta manera que me hace muchas veces admirar como que se le revelaron toda la disposición, sitio y manera y condición y secretos de esta tierra y naturales de ella.” La paradoja, como explica el catedrático español Fernández Buey, es que la obra de Tomás Moro que había sido escrita para los europeos, imaginando lo bien que podría irles si vivieran como los indios de América, acabó aplicándose a los americanos, no imaginarios sino reales, en nombre de los ideales de un europeo, Vasco de Quiroga, que quiso ayudar a los indígenas con la utopía de Moro.1 |
El principio de un largo camino Al morir, Moro dejó planteada la pregunta sobre cómo la sociedad debe organizarse para vivir mejor. Esta interrogante daría forma a diversas utopías. En el caso de los pensadores renacentistas tenemos por ejemplo a Tomaso Campanella y su obra La ciudad del Sol (1602) y la Nueva Atlántida de Francis Bacon. Más adelante, la propuesta del francés Charles Fourier, el proyecto socialista de Carlos Marx y Federico Engels, y las ideas de William Morris, entre otros. Todos estos planteamientos comparten la crítica hacia el presente, el recuerdo del tiempo pasado con la justicia, y la igualdad que se desea para el futuro. |
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Fuentes:
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