La
historia de la bomba atómica inició en agosto de 1939, cuando
el presidente Roosvelt recibió una carta de Albert Einstein, en
la que le informaba que la división (fisión) del núcleo
del átomo de uranio parecía posible, lo cual liberaría
una cantidad enorme de energía. En 1940 el gobierno norteamericano
echó a andar el ultrasecreto proyecto Manhattan, para intentar
ganarle a los alemanes la carrera en la creación de una bomba atómica.
Después de invertir 2 mil millones de dólares en este proyecto,
la primera prueba de la bomba tuvo lugar con éxito el 16 de julio
de 1945 en el desierto cercano a Alamo Gordo, en Nuevo México.
En esa fecha empezó la era nuclear.
La tarea de construir la bomba atómica fue tan complicada y requirió
tanto tiempo y dinero, que las dos bombas utilizadas contra Japón
eran las dos únicas que había en el mundo en esa época.
Pero el día que estalló las bomba en Hiroshima se inició
formalmente la competencia en la carrera armamentista. Rápidamente
se desarrolló la tecnología bélica nuclear en otras
partes del mundo, lo cual dio lugar -a nivel de política internacional-
a la llamada diplomacia atómica. La primera potencia
en demostrar que ya contaba con un arma nuclear fue la Unión Soviética,
en 1949. Durante las siguientes décadas, la idea de que una conflagración
mundial podía llevar al inminente exterminio de la humanidad -si
se producía un enfrentamiento nuclear- determinó el equilibrio
de fuerzas en el mundo.
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La
Guerra Fría, el periodo que se inició al término
de la Segunda Guerra Mundial, implicó un estado de tensión
y rivalidad entre las dos superpotencias, la Unión Soviética
y Estados Unidos, y de manera indirecta entre sus aliados, ya que puso
en muchas ocasiones al mundo al borde de un enfrentamiento nuclear. En
el momento álguido de la Guerra Fría, durante la década
de los sesentas, Estados Unidos tenía 70 mil cabezas y bombas nucleares,
más de 6 mil armas y 5 mil bombarderos estratégicos.
A pesar de que no se ha vuelto a usar una bomba atómica contra
otro país, no se ha disipado el temor de que alguna potencia nuclear
use su armamento. La desolación causada por las dos bombas detonadas
en Japón, es menor si se compara con el poder destructor de las
tecnologías bélicas actuales, además de que ahora
hay suficientes bombas para hacer desaparecer al planeta. En la conmemoración
del 56 aniversario de las explosiones nucleares en Japón, el primer
ministro de este país, Junichiro Koizumi, dijo:
Como
el único país que ha sufrido un ataque nuclear, pedimos
a la comunidad mundial que erradique las armas nucleares para construir
una paz duradera, para que la devastación de un ataque nuclear
no vuelva a repetirse jamás.
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