Mohandas Karamchand Gandhi
     
     
     

 

Abogado en Bombay

Como litigante fue miembro de la barra de abogados de Bombay, donde intentó ejercer sin mucho éxito; tenía pocos casos y su timidez característica no le facilitaba hacerse de más clientes; de hecho en la primera audiencia donde debió defender a un cliente, cuando le llegó el momento de intervenir, se quedó sin habla. Así pasaron dos años hasta que una firma legal con sede en Sudáfrica le ofreció empleo como asesor legal en sus oficinas de Durban; él aceptó sin titubeos. Se embarcó sin su familia en una aventura que duró veinte años y que determinó el futuro de millones de personas.

El cambio de camino

Llegó a Durban, Sudáfrica, con 24 años, un costoso traje inglés y un turbante en la cabeza; descubrió que en esa otra nación, las personas no se diferenciaban y segregaban por pertenecer a una u otra casta, sino por cuestiones como el color de la piel. Su primera experiencia en ese sentido, sucedió ocho días después de haber desembarcado, cuando fue enviado por su oficina a otra ciudad para resolver un asunto legal.

 

 

 

El punto de quiebre

Viajaba en un vagón de primera clase, sentado como cualquier otro pasajero, hasta que un inglés se percató de su presencia; ofendido, le exigió que bajara del carro. Mohandas se negó, argumentando que había comprado su boleto y, con ello, pagado el derecho de estar allí, pero no existió razón que valiera y, sin más, la policía lo expulsó de la primera clase y del tren. Terminó tirado en el piso con su portafolios de trabajo al lado.

En adelante, jamás volvió a ser admitido en esa área del tren, por lo que hizo todo lo que tuvo a mano para inconformarse: protestas y cartas de todo tipo que tenían una constante, exigir el respeto de sus derechos, pero se quedó sin obtener respuesta. A nadie le interesaba lo que un indio pensara o exigiera. Pero gracias a eso Gandhi se empeñó en hacer escuchar su voz que hizo eco en las conciencias y, finalmente, la historia cambió de rumbo.

 

"Tras aquel incidente, puse más interés en la situación de los indios que habían venido a establecerse en aquel país... Hice un estudio profundo de sus duras condiciones de vida, no sólo por medio de lecturas y de contactos con ellos, sino también por mi experiencia personal. Me di cuenta de que un indio preocupado por su dignidad personal no tenía lugar en África del Sur. Me preocupaba cada vez más la idea de cómo remediar esta situación". 4

Ese hecho le permitió darse cuenta de que en Sudáfrica había más de cien mil inmigrantes indios, y que lo mismo que todos los que no eran ingleses —negros, asiáticos, árabes— eran tratados como personas inferiores. Obligados a transportarse en segunda y tercera clase; la policía, actuaba con violencia y desconsideración, sustentada en leyes segregacionistas y discriminatorias. Las autoridades les imponían impuestos excesivos: tenían todas las obligaciones y ningún derecho; ni siquiera el de caminar sobre la acera o al lado de un inglés.

 

La lucha por los derechos civiles

Con todo eso ante sí, se hizo consciente de la necesidad de actuar con el fin de terminar con la negación de las libertades y derechos civiles. Comenzó a correr la voz y a hablar con las personas al respecto. Su exacerbada timidez había desaparecido para dar lugar a un hombre capaz de cambiar el destino de naciones. Fue encarcelado varias veces por su activismo; la primera en 1896 cuando convenció a un grupo de inmigrantes de hacer la quema pública de un documento de identificación otorgado por los ingleses.

Durante sus estancias en prisión fue obligado a realizar trabajos forzados por rebelarse ante las leyes, y desde allí estableció las bases para sus ideas y acciones en torno a la resistencia pacífica y la no violencia , la ahimsa , cuyo punto de apoyo era la verdad: valor que desde su punto de vista debería sustentar la existencia humana, claro que la verdad sustentada en el discernimiento crítico y el conocimiento.

 

La verdad

Para él la verdad era algo que cada individuo debía buscar siendo congruente con la propia esencia, para integrarla en cada acto de la vida; entendía este valor como una brújula que orientaba al ser en el camino a seguir en todos los ámbitos en los que se desarrolla la existencia: personal, familiar, social, político, religioso, cultural, laboral, etcétera.

 

"La verdad sólo podemos encontrarla si la buscamos en nosotros mismos, nunca a base de argumentos y discusiones. Si alguien lee 'Dios' en vez de 'verdad', es lo mismo". 5

 

 


4 Ibidem, p. 38.

5 Gandhi, Mahatma: Quien sigue el camino de la verdad no tropieza. España, Sal Terrae, 2001. p. 13.