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Tecnología
y metalurgia
Entre
los años 6 mil y 3 mil antes de nuestra era, el ser humano aprendió
a aprovechar la fuerza del toro y la del viento, invento el arado, la
cerámica, el telar, los textiles, el horno rudimentario, la cestería,
el molino de grano, el carro de ruedas y el bote de vela; descubrió
los procesos químicos necesarios para usar los minerales de cobre
y las propiedades físicas de los metales, empezó a elaborar
un calendario solar preciso.
Hacia
el final del Neolítico, el ser humano desarrolló una tecnología
más compleja y aprendió a fabricar instrumentos con materiales
más resistentes, como los metales. Alrededor del año 6 mil
a. de N. E., el ser humano usaba metales como el oro y el cobre, para
hacer adornos. Hacia el año 4 mil se descubrió el cobre
aplicado en otro tipo de objetos, como cuchillos, flechas y agujas. El
cobre ofrecía grandes ventajas porque era moldeable, duradero y
se le podía sacar filo. Asimismo, era posible fundirlo e introducirlo
en moldes para producir armas y herramientas.
El
bronce, aleación de cobre y estaño, comenzó a utilizarse
alrededor del año 3 500 a. de N.E. El uso del hierro se inició
cerca del año 1400 a. de N. E.
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Autosuficiencia
e intercambio cultural y económico
La comunidad neolítica producía y recogía todo el
alimento que necesitaba, era autosuficiente. Pero los poblados no se encontraban
necesariamente aislados.
El mundo neolítico se formaba de una cadena continua de comunidades.
Cada una de ellas estaba enlazada a todos sus vecinos por contactos recurrentes,
así fueran poco frecuentes e irregulares.
El
escaso intercambio que hubo entre las comunidades neolíticas fue
de vital importancia para el progreso humano. A través del intercambio
las ideas de una sociedad pudieron llegar a otras, se pudieron comparar
los materiales extranjeros y se pudo difundir la cultura.
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Creencias
mágico-religiosas y astronomía
Parece que los enterramientos, cuyo origen se remonta a la edad paleolítica,
debe haber adquirido una significación más profunda en la
edad neolítica. En general, los muertos eran sepultados cuidadosamente
en tumbas edificadas o excavadas, ya se agrupadas en cementerios próximos
a los poblados o cavadas cerca de las casas individuales.
Esta práctica denota una actitud hacia los espíritus de
los muertos. La tierra donde reposan los antepasados se consideraba como
el suelo del cual debía brotar cada año, mágicamente,
el sustento alimenticio de la comunidad. Los espíritus de los antepasados
se consideraban como cooperadores en la germinación de las plantas
cultivadas.
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