El Destino Manifiesto: ¿ideal o justificación?

     

El Monte Rushmore, monumento escultórico del Destino Manifiesto

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Entre 1927 y 1941, el escultor Gutzon Borglum llevó a cabo una tarea colosal: ayudado por 400 mineros, esculpió en una montaña en Keystone, Dakota del Sur, las efigies colosales de cuatro ex presidentes estadounidenses: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosvelt. Esta escultura monumental se conoce como el Mount Rushmore National Memorial; está ubicada a 1,900 metros sobre el nivel del mar y es uno de los más populares atractivos turísticos de la cordillera de las Rocallosas y un símbolo de la nación norteamericana.

 

Jefe de los Sioux: Henry Oso de Pie
 

Las efigies de los de los presidentes norteamericanos son un monumento al mito del Destino Manifiesto. ¿Qué tienen en común los mandatarios allí representados? Todos contribuyeron al crecimiento y desarrollo de su nación desde las perspectivas territorial, económica y política. Washington fomentó intensamente la exploración del entonces desconocido y promisorio Oeste. Jefferson duplicó el territorio norteamericano con la compra de la Luisiana y envió exploradores para encontrar una ruta al Pacífico, con lo que promovió la colonización del Oeste y, eventualmente, la obtención de Texas y del enorme territorio que perteneció a México hasta 1848. Lincoln mantuvo la cohesión de la Unión y Roosvelt construyó el Canal de Panamá, con lo que se cumplió el sueño de contar con una vía comercial interoceánica.

El expansionismo del siglo XIX consolidó el dominio continental de los Estados Unidos. En el transcurso de ese siglo los Estados Unidos se convirtieron en una República transcontinental que se extendía de un océano a otro. Para 1850 el país casi había alcanzado sus actuales límites territoriales, con la excepción de Alaska, Hawai y una parte de Arizona que sería adquirida en 1853 por el Tratado Gadsden. El crecimiento geográfico de los Estados Unidos fue el primer paso para la penetración económica y para la dominación política posterior. Así, el expansionismo se convirtió en un objetivo nacional que, como se demostró en la guerra contra México (1846-1848), ofrecía a los norteamericanos la posibilidad de convertirse en una potencia mundial.

Hay que decir también que el monumento del Monte Rushmore es un testimonio del sometimiento de la población nativa estadounidense. Este monumento se encuentra en uno de los Montes Negros de la cordillera de las Rocallosas. Los Montes Negros son bien conocidos por la población indígena americana por ser considerados un sitio sagrado en la tradición Sioux. Ahí se celebraban ceremonias rituales para los espíritus de los guerreros muertos y se acudía a rezar al “Gran Espíritu”. Después de la sangrienta guerra Sioux de 1865-67, el gobierno de los Estados Unidos creó la Gran Reservación Sioux en los Montes Negros. Sin embargo, en 1874, el General Custer violó el acuerdo al internar en este territorio un ejército de mil soldados que obligó a los Sioux a refugiarse dentro de su propia reserva. Más adelante, en 1890, el ejército norteamericano perpetró una masacre en la que murieron más de doscientos indígenas. Todavía a principios de este siglo, el territorio de los Montes Negros siguió siendo traspasado por el hombre blanco y hacia 1927, el escultor Borglum, con la autorización del gobierno federal, decidió erigir en ese sitio, sagrado para los Sioux, el monumento a los presidentes que expandieron la nación americana. Así, mientras que para los Sioux este monumento es motivo de agravio histórico, los turistas norteamericanos lo visitan con admiración patriótica porque para ellos representa el sentido expansionista que sigue siendo un componente importante de su identidad nacional.
Foto: Jesse Kempa, 1999
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Fuente:
Ortega y Medina, Juan Antonio: Destino Manifiesto. Sus razones históricas y su raíz teológica. México, CNCA / Alianza Editorial Mexicana (serie Los Noventa), 1989.

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