La muerte de un gato era un asunto muy serio; cuando esto ocurría,
sus dueños se rasuraban las cejas como señal de duelo. Además,
mandaban embalsamar el cuerpo del gato para depositarlo en un algún
santuario dedicado a la diosa-gato Bastet o en el cementerio felino de
la ciudad de Bubastis.
A lo largo del Nilo se han encontrado muchos recintos funerarios con gatos
momificados dentro de sarcófagos de terracota, de madera o de piedra
con forma de gato.
El asesinato de un gato, incluso accidental, era considerado una grave
ofensa que podía pagarse hasta con la vida del agresor. Se tiene
noticia de un soldado romano que después de matar un gato fue linchado
por los lugareños.
|
|

Gatos
momificados que datan aproximadamente del año 3000 a. de n. E.
|