Introducción
La Ruta de la Seda conformó la red de vías comerciales terrestres más larga del mundo. En su época de mayor esplendor (siglos VII al X) abarcó cerca de 8 mil kilómetros de rutas de caravanas que cubrían un inmenso espacio de los continentes europeo y asiático, que recorrían desde China hasta el mar Mediterráneo. Esta larguísima vía comercial comenzó a transitarse alrededor del año 100 antes de nuestra era y se mantuvo vigente por más de mil cuatrocientos años. Pero únicamente un par de veces en la historia fue transitable, en toda su extensión, con relativa seguridad de paso de principio a fin: durante los días de la dinastía Han y el imperio romano (siglo III antes de N.E.) y cuando quedó dentro de las fronteras del vasto imperio mongol (siglos XIII y XIV).
La historia de la Ruta de la Seda está llena de conquistas militares, intercambios comerciales, exploraciones audaces, peregrinaciones religiosas, creaciones artísticas, diálogo entre culturas y peligrosas travesías a través de los desiertos, montañas y estepas que dividen a China de Asia Central. Esta ruta, por donde transitaban personas, bienes e ideas, tuvo un papel fundamental en el desarrollo de las civilizaciones de Oriente y Occidente. Gracias a la comunicación que propició la ruta comercial, el diálogo e interacción entre culturas fue la parte definitoria de la vida en esta parte del mundo.
Sin embargo, estos antiguos caminos no tenían un nombre particular. Su actual designación es relativamente reciente, data de mediados del siglo XIX, cuando el barón Ferdinand von Richthofen, geólogo alemán, llamó a esta compleja red de comercio y comunicaciones Die Siedenstrasse (la Ruta de la Seda).