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Raíces religiosas En
el siglo XVI hubo un cisma religioso que dividió a Europa en dos
grupos enfrentados: los católicos y los protestantes. Esta tremenda
sacudida política y espiritual se conoce como la Reforma, y dio
inicio a una aguda competencia entre países católicos y
protestantes. En el Nuevo Mundo la España católica y la
Inglaterra protestante pretendieron llevar a cabo sus ideales espirituales,
políticos y económicos. Cada potencia compartió en
sus inicios colonizadores el mismo furor religioso e ímpetu evangelizador
con respecto a los nativos, pero los principios de cada religión
crearon sociedades coloniales muy distintas.
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El protestantismo constituye un modo de vida. Los puritanos actuaban, pensaban y vivían con base en la ética protestante. Consideraban la religión como un instrumento formativo del carácter nacional. El protestantismo fue utilizado como la única fuerza que podía unificar a la comunidad, así como dar orden y coherencia a la vida social. Los principios básicos del protestantismo son: El hombre salva su alma a través de la fe y no de los actos. No hay libre albedrío. Todos los hombres están predestinados a salvarse o ser réprobos (no salvos). Sólo Dios decide quién se salva y quién no. El ser humano sabe si se salvó hasta el momento de la muerte. La lectura de la Biblia no es exclusiva de las autoridades eclesiásticas. Cada hombre tiene el derecho, e incluso la obligación, de interpretarla libremente. Por lo tanto todos los protestantes deben saber leer. Esto se conoce como el libre examen. Todos los hombres son sacerdotes, no se reconoce una jerarquía eclesiástica. La relación con Dios es más directa porque no hay intermediarios. Asimismo, la relación entre creyentes es más igualitaria. No reconocen la virginidad de María ni el culto a las imágenes.
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