|
||||||||||||
![]() |
Reflexiones
para el presente
|
|||||||||||
La
intervención norteamericana fue determinante para la división
territorial e ideológica de la Europa de la posguerra. Gracias
al desarrollo que logró durante y después de la guerra,
Estados Unidos se convirtió en la economía más fuerte
del planeta y en uno de los polos de poder mundial, sustituyendo a Gran
Bretaña en su papel del gendarme mundial. El Plan Marshall,
que en un principio tuvo la oposición de los aislacionistas norteamericanos,
resultó ser el mejor canal para que los norteamericanos expandieran
su economía, sus metas políticas y su visión del
mundo. En síntesis, el dinero invertido en el Programa de Reconstrucción
Europea probó ser un excelente negocio cuyos frutos trascendieron
el beneficio económico. |
||||||||||||
Estados
Unidos ayudó a Europa con un interés estratégico de
por medio. Así se favorecieron los países europeos que recibieron
el apoyo económico y se beneficiaron los estadounidenses, con el
plusvalor de que reforzaron su imagen de salvadores humanitarios.
Aprendida esta lección, los Estados Unidos incorporaron a su actividad
internacional la posibilidad de influir sobre los asuntos políticos
de otros países a través de formas que no son abiertamente
intervencionistas y que se proponen como ayuda económica,
humanitaria o política. La historia de las relaciones internacionales
de Estados Unidos ha enseñado a sus dirigentes que un buen plan de
ayuda económica puede ser retribuido con creces. Por otro lado, desde 1989 se esfumó el contrapeso que el bloque soviético ejercía sobre el capitalismo y el orden mundial se reacomodó en relación a un solo poder hegemónico, el de Estados Unidos. Sin embargo, aún se percibe en la diplomacia internacional el esquema general que legó la posguerra: la unión de Francia y Alemania como garantes de la soberanía europea frente a los Estados Unidos y Gran Bretaña como aliado de los norteamericanos, en detrimento de su relación con sus vecinos geográficos. En este orden unipolar, sin embargo, sigue vigente el concepto de eje del mal (que antes se ubicaba en los espacios comunistas) que amenaza al mundo. Estados Unidos determina que pertenecen a este eje aquellos países que actúan fuera de su órbita política y que amenazan sus intereses económicos y políticos, entre los que podemos mencionar a Corea del Norte, Siria, Nigeria y Cuba. |
![]() |
|||||||||||
Recientemente
Afganistán e Irak fueron borrados de la lista de los países
malignos, para integrarse a la sección de países
liberados que ayudamos a reconstruir. La historia del Plan Marshall
nos enseña que con la reconstrucción de países destrozados
por la guerra, especialmente en el actual caso de Irak, la elite dirigente
de los Estados Unidos no pierde recursos ni empeña su propio bienestar
sino que, por el contrario, obtiene sendos beneficios económicos,
políticos, ideológicos y culturales. El debate actual se
centra en el beneficio o perjuicio que traerá al grueso de la población
estadounidense la erogación de dinero para fondos de reconstrucción
internacional. |
||||||||||||
Bibliografía:
El
Plan Marshall y la OTAN en
http://www.artehistoria.com Hobsbawm,
Eric, Historia del siglo XX, 1914-1991, Barcelona, Crítica,
2002. Howard,
Michael y W. Roger Louis (eds.), Historia Oxford del Siglo XX,
Barcelona, Planeta, 1999. Morison, Samuel Eliot, et.al.: Breve historia de los Estados Unidos, México, FCE, 1987. (Sección de Obras de Historia). |
||||||||||||
![]() |
||||||||||||
|