Madres de Plaza de Mayo

     
 

Primeras acciones de resistencia

La primera acción de las Madres de Plaza de Mayo fue entregar una carta de denuncia al presidente. Después comenzaron a caminar por la Plaza tomándose unas a otras del brazo, para mostrar su valor y su solidaridad. Poco a poco cobraron conciencia de su fuerza al estar unidas. En una ocasión un policía llamó a una de ellas por su nombre y le pidió que le entregara la carta de denuncia: ella entregó el documento, aterrada de que el policía supiera su nombre.

El siguiente jueves, cuando el policía le pidió la carta a otra madre, todas ellas, que eran como 300, entregaron sus cartas de denuncia al policía. Esto lo hicieron como un acto de unidad, para demostrar que no iban a intimidarlas llamándolas por su nombre.

Otras acciones consistieron en atraer la atención de la prensa internacional. En una ocasión las 300 madres se reunieron en la Plaza para intentar entrevistarse con un funcionario de estado norteamericano que visitaba Argentina. El general Videla envió a fuerzas del ejército a dispersar la concentración de mujeres. Pero ellas se abrazaron entre sí y se negaron a irse.

Los militares apuntaron sus fusiles a las madres y ellas gritaron al unísono: “¡Fuego!”. Este grito llamó la atención de la prensa de otros países que cubrían la visita del norteamericano. En esa época, las madres agitaban un pañuelo blanco como señal de pertenencia al movimiento de madres de desaparecidos.

 

Un pañuelo blanco en la cabeza

La decisión de usar un pañuelo blanco en la cabeza, su distintivo actual, se dio cuando acudieron a su primera marcha organizada. El pañuelo que usaron en esa ocasión era, ni más ni menos, un pañal (entonces sólo había de tela) de sus hijos, lo cual le confería un sentido simbólico al acto. Después de esta marcha muchos argentinos se dieron cuenta que había desaparecidos en su país y que las Madres, rezando, pedían por ellos. Las madres se paraban frente a los militares a rezar, y entre Aves Marías y Padres Nuestros decían “que ya no asesinen a más gente los militares” o que “no torturen más”. Así les decían a los militares asesinos en su cara, pero como lo hacían en forma de rezo éstos no les podían decir nada.

Muy pronto muchas madres del movimiento, como también familiares y monjas que las apoyaban, fueron acosadas por el ejército y varios grupos de ellas fueron apresadas y encarceladas o secuestradas. La represión alentó a las madres a buscar el apoyo de algunos periodistas extranjeros y de organizaciones religiosas. Las madres decidieron, con mucho miedo, seguir con sus reuniones de los jueves en la Plaza.

Título desconocido

Óleo sobre tela de Bruzzone, Las Madres de Plaza de Mayo.

Colección, 1986

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