El Destino Manifiesto: ¿ideal o justificación?

     

 

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Albert Bierstadt, Lake Lucerne, 1858


Albert Bierstadt, Emigrants Crossing the Plains, 1867

El paisaje se convirtió en un símbolo de identidad nacional. Los artistas presentaban el espacio geográfico americano con proporciones monumentales e iluminado por una luz dorada, implicando que la tierra era bendecida por Dios. La grandiosidad de la naturaleza norteamericana es presentada como una revelación del designio divino de fundar en ella el Reino Terrenal de Dios. Cuando en estos cuadros hay referencias a la civilización dominante, se muestra una relación armónica entre el hombre (pionero) y el entorno natural. En cambio, cuando retratan indígenas, se les muestra lejanos de esa civilización, escondidos en los bosques o huyendo de las caravanas de los pioneros, o bien como “buenos salvajes” que pueden ser integrados.


Otro elemento simbólico que puede encontrarse en la pintura de paisaje es el ferrocarril, capaz de superar todos los obstáculos naturales. Este titán es convertido en el paradigma del progreso y de la civilización, pero también en instrumento de la especulación de la tierra, pues abre mercados y da valor a la tierra que lo rodea. Así, el ferrocarril es asimilado armónicamente a la pintura y convertido en símbolo del “paisaje civilizado”.


Thomas Cole, Cabin in the Woods, 1848

 


Frederic Edwin Church, Niagara, 1857

 

Un rasgo característico de la pintura de paisaje relacionado con el pionero ideal que coloniza, o con el mito de los aventureros comerciales e industriales que conquistan al mundo, es el punto de vista del artista, que es una “mirada desde la altura”.Traza una línea visual desde las tierras altas hacia el panorama bajo que desde ahí se contempla. Esta mirada desde lo alto implica un patriótico deseo de poder y de control individual sobre lo que se ve. Así representan los artistas al Destino Manifiesto de los norteamericanos quienes, desde lo alto, buscan nuevos mundos que conquistar. Establecen una conexión simbólica entre el punto de vista y el ansia de dominación que da forma a la doctrina del Destino Manifiesto.


Los principales artistas que practicaron la pintura de paisaje son: Thomas Cole, Asher B. Durand, Albert Bierstadt, Frederic Edwin Church y Emanuel Gottlieb Leutze. Una de las obras más famosas que trata el tema de la expansión hacia el Oeste es el proyecto de mural para el capitolio de Estados Unidos, “Hacia el Oeste, el curso del imperio encuentra su camino”, de Emanuel G. Leutze, realizado en 1861. Aquí Leutze retrató a pioneros hombres y mujeres, guías de montaña, vagones y mulas avanzando hacia el Oeste, acatando el mandato divino de peregrinar hacia la Tierra Prometida. En esta obra se destacan los retratos de dos exploradores, el capitán William Clark y Daniel Boone, que señalan la bahía de San Francisco, en California. En el cielo un águila sostiene la leyenda “Hacia el oeste, el curso del imperio toma su camino” que da título a la obra, mientras que los indios americanos escapan de los pioneros.

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