Hiroshima y Nagasaki,
recordar la tragedia

     
     
     

 

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Foto: Yosuke Yamahata, 1945
 

Foto: Yosuke Yamahata, 1945
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Deambulando como fantasmas

El efecto psicológico inmediato a la destrucción fue la parálisis. La población entró en una especie de inacción. La limpieza de las ciudades y el rescate de cuerpos se organizó en algunos sectores hasta algunas semanas después de la explosión. Otro de los efectos que causó la explosión fue la sensación de terror constante. La incursión de un solo avión en el cielo provocaba el pánico colectivo. En la conciencia histórica de Japón, la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki dejó una cicatriz imborrable.

Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear. Como la mayoría de los médicos y enfermeras estaban muertos o heridos, mucha gente herida no tenía a dónde ir, así que permanecían frente al lugar donde estuvo su casa, desolados. La gran mayoría de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato, en muchos casos pasaron días, meses y hasta años antes de que es manifestaran los síntomas del daño.
 

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