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Los
nazis en el poder
Las primeras acciones de Hitler en el poder fueron
en contra de los comunistas. Una vez controlados éstos, comenzó
el camino hacia el Estado totalitario: abolió la Constitución,
prohibió todos los partidos políticos, con excepción
del gobernante; prohibió las huelgas y sometió a los sindicatos
a una organización central, dirigida por representantes de grandes
empresarios; creó la Gestapo, una poderosa policía estatal;
persiguió a políticos liberales y los recluyó en
campos de concentración; creó tribunales populares para
juzgar a los traidores; inició las persecuciones a
los judíos.
La
economía se puso completamente bajo la dirección del Estado.
La producción de armamentos, la constitución de un ejército
numeroso y la construcción de obras de importancia estratégica
(sobre todo carreteras) aminoraron con el desempleo y crearon una sensación
de mejoría en ciertos sectores populares. Aunado a esto, el control
gubernamental se apoyaba en una eficiente campaña de propaganda
dirigida por Goebbels y transmitida por diferentes medios: radio, prensa,
publicaciones, cine.
En el ámbito internacional, el Führer decidió dejar
de pagar la deuda externa y no cumplir con el Tratado de Versalles, que
tantas restricciones imponía a su país: fomentó el
rearme de Alemania, la unión de todos los habitantes de lengua
alemana, y la necesidad de que Alemania recuperara su "dignidad"
nacional. Los nazis proyectaron incorporar los núcleos de habla
alemana de Austria, Checoslovaquia, Polonia, y de las zonas de Danzig
y Memel. Muy pronto, toda la vida de la nación se orientó
a iniciar una nueva guerra.
La Sociedad de Naciones trató de impedir, a través de la
Conferencia de Ginebra (1933), las intenciones de Alemania pero lo único
que logró fue que este país abandonara la Sociedad. Este
acto de desacato provocó que el resto de las naciones se preocuparan
por su propia seguridad y el rearme se generalizó.
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Alemania,
en seguida de su rearme, inició su aproximación con Italia,
también dirigida por un partido nacionalista y totalitario y con
Mussolini a la cabeza. Ambas potencias coincidieron en apoyar al general
español Francisco Franco contra los comunistas en al guerra civil
que acababa de estallar en la península. Así nació,
en 1936, el llamado Eje Roma-Berlín, al que se añadiría
Japón en 1937, que sería uno de los dos bandos de la segunda
Guerra Mundial.
LAS
IDEAS DEL NAZISMO
La doctrina que promovió Hitler se caracteriza por su racismo,
nacionalistmo, autoritarismo y pangermanismo:
Racismo.
Se fundaba en gran parte en la teoría racial que proclamaba
la superioridad de una supuesta raza alemana; declaraba racialmente
inferiores a los judíos, a la raza negra y, sobre todo, a aquellos
provenientes de mezclas de razas. En Mein Kampf, Hitler llamaba a los
judíos el enemigo absoluto de Alemania, responsables de todos los
males e organizadores del capitalismo.
Nacionalismo.
Difundió el amor hacia la patria a la cual se debía subordinar
el individuo, pronunciándose contra todo lo que tenía carácter
internacional, como la Iglesia Católica, el marxismo y el capitalismo.
Autoritarismo.
Uno
los pilares del nazismo fue el culto al líder. El partido nazi
se basaba en una rígida jerarquía en donde la obediencia
al jefe era la regla.
Pangermanismo. La unión de los pueblos germanos se vió como
el primer paso de la expansión de Alemania por el mundo para recuperar
su grandeza de antaño.
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Fuente:
Roger Bourderon, El fascismo: ideología y práctica (ensayo
de análisis comparado),
México, Editorial Nuestro Tiempo, 1981 (colección teoría
e historia).
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