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Madres de Plaza de Mayo

     

El Punto Final de Raúl Alfonsín

Argentina entró a la democracia cargando el peso de los crímenes de la “guerra sucia”. En 1983 el gobierno democrático de Raúl Alfonsín, que había luchado por los derechos humanos durante el régimen militar, enfrentó el compromiso de perseguir a militares y policías que habían matado o “desaparecido” a más de 10 mil personas. Este reclamo social había ayudado a Alfonsín a ganar votos. Sin embargo, Argentina sería el primer país que procesara a su propio ejército por crímenes internos. ¿Dónde empezaba la responsabilidad criminal?

Las Madres de Plaza de Mayo fueron a ver a Alfonsín. Las recibió muy bien y les dio esperanzas. Ese año las Madres hicieron siluetas con las figuras de los desaparecidos, sacaron fotografías de sus hijos y las exhibieron en la calle. Hicieron pancartas que decían que sus hijos habían luchado por la Justicia, la Libertad y la Dignidad, y que ellas reivindicaban la lucha de sus hijos. Publicaron un periódico y algunos abogados comenzaron a apoyarlas.

 

Título desconocido

Óleo sobre tela de Antonio Tenes, Colección Madres de Plaza de Mayo, 1989

 

Alfonsín dio inicio al procesamiento de los torturadores para darle un “Punto Final” al tema de la represión de los setentas. Una comisión nombrada por el presidente documentó la muerte o desaparición de 8 mil 906 argentinos. El gobierno presentó acusaciones contra los nueve comandantes en jefe del Ejército por crímenes que iban del asesinato a la violación. Cinco fueron hallados culpables y condenados a prisión, mientras que tres de los cuatro absueltos fueron después procesados por la justicia militar y sentenciados a prisión.

Una revuelta militar en 1987, que protestaba contra los enjuiciamientos inminentes, forzó al Congreso a exonerar a todos los oficiales por debajo del rango de general. Los procesamientos en curso se empantanaron, lo cual motivó que los defensores de los derechos humanos y los familiares de los desaparecidos pidieran que no se juzgaran a cientos sino a miles de otros casos.

Aún a pesar de los juicios políticos de 1985 siguió la lucha de las Madres porque se absolvieron a muchos asesinos. Tomaron la Casa de Gobierno por 20 horas. Organizaron la Marcha de las Manos con la consigna: “Dale una mano a los desaparecidos” y colgaron miles de manos en la Avenida de Mayo y en la Plaza. Alfonsín comenzó a mandar telegramas a las madres para decirles que sus hijos habían muerto en enfrentamientos y que sus restos estaban en tal o cual cementerio.

   
Y a algunas de ellas les mandaron cajas con restos humanos diciendo que eran sus hijos. Las madres decidieron rechazar las exhumaciones. No querían aceptar la exhumación de esos muertos hasta que no les dijeran quién los mató, quién los secuestró. Les parecía una afrenta que no les informaran cómo y por qué murieron sus hijos. El gobierno también les ofreció algunas reparaciones económicas y homenajes póstumos. Las Madres rechazaron las exhumaciones, el dinero y los homenajes, y siguieron en pie de lucha.
 

Título desconocido

Óleo sobre tela de María Jimenez, Colección Madres de la Plaza de Mayo

 

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