Los
fenicios se dedicaron primordialmente al comercio, la pesca y la piratería.
Su situación geográfica les ayudó a convertirse en
los principales comerciantes del Mediterráneo. En su país
se encontraban las rutas comerciales de Asiria a Egipto y del Asia Menor
a Mesopotamia. Los fenicios comerciaban a través de la práctica
del trueque o intercambio y su actividad comercial estaba protegida por
una poderosa flota.
Para la explotación de los recursos de diferentes zonas establecieron
factorías (agencias comerciales) y colonias, situadas en lugares
estratégicos de la costa, desde donde obtenían alimentos,
materias primas y los más variados productos como cereales y lanas
(Italia y Sicilia), bronce (Mesopotamia), plata, cobre y estaño
(España), ámbar (norte de Europa), marfil y oro (África).
También comerciaban con productos fenicios, como maderas, vidrio
(fracos para ungüentos, joyería, escarabajos, amuletos), conchas
grabadas, figurillas de terracota y telas teñidas de púrpura.
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