Las
enseñanzas de Confucio se reunieron en una obra que recibe el nombre
de Lun Yü (Conversaciones).
En
el siglo III, los gobernantes de la dinastía Han organizaron una
religión oficial del estado, basada en la tradición de siglos
del culto a los dioses de la naturaleza y los espíritus ancestrales.
Este culto oficial se estableció para asegurar el poder del emperador
y sus funcionarios. El culto oficial aprobaba los dioses verdaderos y
los ritos apropiados. Esta religión estatal se asoció a
las creencias que se creía que habían sido aprobadas por
Confucio, reunidas en los llamados clásicos confucianos.
En realidad lo único que el culto oficial tenía en común
con las ideas confucianas era el respeto por los buenos días de
antaño y por los valores y ritos antiguos.
Los
clásicos confucianos se compilaron mucho después
de la muerte de Confucio por discípulos de sus discípulos,
y se interpretaron y editaron en tiempos de la dinastía Han por
escribas gubernamentales. Los funcionarios estatales de esta época
aceptaron estas interpretaciones y las propusieron como la norma de vida
aceptable para un caballero Han.
Así,
en la época Han se consideró a Confucio como una autoridad
en costumbres y moral y eso ayudó a que más tarde fuera
deificado. Con el tiempo, se estableció un origen divino para el
maestro y se dijo que su venida había sido presagiada por milagros.
El
confucianismo representa la forma de vida del pueblo chino durante más
de 2 mil años. Además no fue exclusivo de China, países
vecinos, como Korea, Japón y Vietnam aclimataron esta filosofía
a sus culturas.
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