Las invasiones bárbaras

El movimiento económico de Europa después de las invasiones bárbaras conservó los lineamientos generales del Imperio Romano. Las ciudades cercanas al Mediterráneo siguieron siendo centros comerciales desarrollados, como por ejemplo Marsella: el gran puerto de la Galia.

El mantenimiento del comercio después de las invasiones germánicas y, al mismo tiempo, el sostenimiento de las ciudades que eran sus centros y el de los mercados se explica por la pervivencia del tráfico mediterráneo.
A pesar del predominio de los bávaros, siguió el intercambio ininterrumpido entre el Oriente bizantino y el Occidente. Gracias a la navegación comercial por el Mediterráneo la organización económica del mundo europeo sobrevivió a su fragmentación política. Una navegación muy activa vinculó a Constantinopla, Siria, África, Egipto, España e Italia. Los productos de Oriente —papiro, especias, tejidos de lujo, vino, aceite— siguieron siendo objeto de importación regular. En Marsella se establecieron mercaderes extranjeros, especialmente judíos y sirios, y las ciudades sureñas de Burdeos y Lyon fueron centros comerciales importantes. Del lado africano, Cartago permaneció como puerto importante vinculado a España.
En pocas palabras, las invasiones germánicas no acabaron con la unidad económica de la Antigüedad. Esta unidad se conservó gracias al Mediterráneo y a las relaciones que se mantuvieron entre Occidente y Oriente.